martes, septiembre 01, 2009

Laocoonte

Escultura:


La escultura de Laocoonte expresa uno de los dramas más espeluznantes de la mitología griega. el grupo escultórico, que en la actualidad se puede contemplar en los Museos Vaticano, mide 242 cm. de altura y está esculpido en piedra local rodia y mármol griego, tan sólo un fragmento es de mármol de Carrara. Lo realizaron en el siglo I antes de Jesucristo.

Si analizamos el contexto histórico de la escultura pertenece al periodo Helenístico y en esta época lo que más podemos destacar son las esculturas, pierden el punto de vista frontal a favor de su visibilidad desde todos los ángulos: se resuelve el problema de la torsión del cuerpo, con figuras girando en espiral y surgen grupos complejos de varios personajes; el repertorio iconográfico se amplia y la nómina de dioses es compatible con todas las clases, además se cultivan las tres edades de la vida
triunfa la alegoría, que es una representación simbólica donde se usa generalmente la figura humana.

La mitología griega nos cuenta que: sacerdote de Apolo, dios del Sol, o de Poseidón, dios del Mar. En el último año de la guerra de Troya, los griegos fabricaron un caballo de madera, que hacían pasar por una ofrenda votiva a la diosa Atenea, pero que en realidad, era un escondite para los soldados griegos. Laocoonte, temiendo el ardid, aconsejó vanamente a los jefes troyanos que destruyeran el regalo, advirtiendo: "temo a los griegos hasta cuando llegan con regalos". Mientras decidía si era conveniente arriesgarse a introducir el caballo en la ciudad por los augurios favorables que estaban supuestamente ligados con él, Poseidón, la divinidad más implacable con Troya, envió dos horribles serpientes marinas hacia la tierra. Avanzando hacia el sitio donde se encontraba Laocoonte y sus dos hijos, las serpientes se enrroscaron en el cuerpo de los niños. Laocoonte se esforzó por soltarlas, pero ellas le estrangularon a él y a sus hijos. Los troyanos, convencidos que era una señal del cielo para ignorar la advertencia de Laocoonte, llevaron el caballo dentro de las murallas de la ciudad y así contribuyeron directamente a su propia destrucción.
Si analizamos la escultura de manera morfológica, entendemos que:
Se trata de un grupo escultórico de tres figuras humanas sobre un pedestal, con la figura central del sacerdote troyano Laocoonte en posición de semisentado y un hijo a cada lado. La escena nos muestra el momento en el que dos serpientes se enroscan al cuerpo de Laocoonte y sus hijos.

Si se observa la obra se da uno cuenta que se trata de una superación del realismo, exagerando el efecto teatral de la anatomía, haciendo una representación del dolor. Ninguna criatura humana podría soportar esto. Esta es una de las cosas más a destacar, la manera tan exacta de plasmar un dolor moral que le invade al ver sufrir a sus hijos.

Por último, un rasgo muy importante de este periodo es que es un tránsito del griego al romano, por tanto las normas que antes regían el arte ahora están cambiando...y en este periodo lo que más destacamos es que desaparecen la serenidad y el equilibrio clásicos.
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Cuadro del Greco, Laocoonte, es la única obra de carácter mitológico que existe del pintor.


Esta obra recoge toda la sabiduría del mundo clásico: el anciano sacerdote tiene el cuerpo de un joven atleta, lo que hace más dramática la escena, gracias a que permite representar a un hombre que se defiende con todas sus fuerzas. La cara, en cambio, distorsionada, es la de una hombre de edad, y el claroscuro de los rasgos nos evoca a una imgen un tanto siniestra.

El cuadro representa el momento culminante en que el sacerdote lucha por su vida. Uno de sus hijos yace muerto y el otro está a punto de morir. Por otro lado, el autor sitúa a los personajes mitológicos y al caballo de Troya sobre un fondo de la ciudad de Toledo. A la derecha del cuadro hay dos figuras de pie, quizás dioses que presencian la escena. Las siluetas de estas figuras se complican por la presencia de la cabeza y la pierna de un tercera no determinada.

Todo el cuadro en sí es bastante oscuro, y un poco maléfico. Sobretodo por las dos siluetas que contemplan la desesperada lucha del padre y los hijos por salvarse.

1 comentario:

Ana Ovando dijo...

Hay que citar siempre las referencias, en este caso también.