Llorad Venus y Cupidos,
y cuantos hombres seáis sensibles a la belleza.
El gorrión de mi amiga ha muerto,
el gorrión, delicias de mi amiga,
al que amaba más que a sus ojos;
pues era dulce como la miel y conocía tan bien a su dueña
como una niña a su madre.
Y no se alejaba de su regazo,
sino que, dando saltitos de aquí para allá,
piaba sólo a su dueña sin cesar.
Ahora él va por un camino tenebroso,
al lugar de donde dicen que nadie vuelve.
Pero malditas seáis, malditas tinieblas
del Orco, que devoráis todo lo bello;
tan bello gorrión me habéis arrebatado.
¡Oh qué desgracia! ¡Oh pobrecillo gorrión!
Ahora, por tu causa los ojitos de mi amiga
enrojecen hinchados por el llanto.
Eva I.E.S. Matilde Salvador (Castellón)
1 comentario:
Eva, sigue publicando sobre el amor lo que quieras. Ya dije que no era crítica, sino una postura reaccionaria.
Me encanta que descubráis tan pronto la poesía antigua pues, si he de serte sincero, yo la descubrí muy, muy tarde. Para mí, descubrir a Catulo fue como para Schlieman descubrir Troya.
Pero no olvides la parte "borde" de Catulo: sin palabras.
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