jueves, marzo 26, 2015

La historia de Dafne

El primer trabajo de esta evaluación consistía en investigar sobre la huella de los referentes clásicos en el ámbito de la psicología. Teníamos que inventar una historia a través de cartas en las que participaran psicólogo y paciente. Yo me inventé la historia de Dafne, una chica con una lucha interna sobre su sexualidad. Espero que os guste!




DAFNE

3-11


3 de noviembre de 2014

Hoy Marcos me ha dejado. Después de una larga discusión, primero por WhatsApp y después por teléfono, se ha plantado en casa con la intención de hablar las cosas cara a cara. Las excusas baratas salían de su boca como si descorchase el peor de los champagnes. Sé que no he sido la novia perfecta, que no cumplo todas sus necesidades como joven de 19 años que es y que podría estar con cualquiera de esas chicas de su universidad de las que tan poco habla. ¿Tanto le costaba esperar? ¿Tan difícil de entender es que necesite tiempo? No soy una cualquiera que se vaya a dejar desvirgar por el primero (bueno, quizá el tercero) que se cruza en su camino. Ojalá pudiera meterme en su cabeza y saber equilibrar la balanza entre placer mental y placer físico. ¿Acaso me quejo yo por las conversaciones que echo de menos? Antes, cada sábado noche al vernos, nos íbamos al mirador de siempre y nos fumábamos un algo mirando las estrellas. Dejándonos llevar por cada idea disparatada que nos atravesaba la mente, delirando y disfrutando. Pero las últimas semanas, ya no hay conversación. La debe haber sustituido por la caja de condones que lleva en la guantera y se piensa que no he visto. Sólo quiere metérmela y poder fardar con sus amigos de que él también ha desvirgado.

Quizá sea hora de cambiar de aires. Claro que le echo de menos, y más que le echaré… Pero no estoy dispuesta a seguir con un tio que sólo me ve como a una canasta donde encestar cuando quiera. Eso si que no.

Clara arranca la hoja y se deshace con ella, arrugándola con su puño. En realidad ella también quiere contarle a sus amigas cuántas veces lo han hecho, si le ha dolido o no, las cosas bonitas que se han dicho y cuántas veces él la miró a los ojos.
Qué contradicción, su cabeza y el punto medio entre sus piernas discuten demasiado últimamente. Le encanta cuando roza sus curvas con sus manos, pero es incapaz de dejar que él entre dentro suya. Que sean uno.



Marcos llega a su casa agotado. Ha perdido la cuenta de las horas que ha estado hablando con su exnovia. La quiere, pero ella no entiende que necesita cosas nuevas. Él también es virgen, pero está (o estaba) decidido a querer iniciarse con ella en el mundo del sexo. Sus amigos lo pintan como algo increíble, dicen que es necesario e incluso se ríen de su cara de poker cuando cuentan sus anécdotas. ¿Por qué será Clara tan abierta para todo y tan cerrada de piernas? ¿Qué le ve de malo a llevar al terreno físico todo ese amor que dice sentir? ¿Y si en verdad no lo siente?

María no deja de incordiarle. En clase está pendiente de cada uno de sus gestos y el otro día le pidió apuntes, a él, ¡que se pasa la vida dibujando y desdibujando en clase!
13-11


Jota es la madre de Clara. La llaman así desde que en uno de esos pesados que sólo iba a sus conciertos para chillarle lo buena que estaba decidió acortarle el nombre… Recuerda aquellos días como si no hubiera vivido más. Aunque su hija Clara fue lo mejor que le podría haber pasado. Pudo poner fin a su carrera como guitarrista en ese grupo de grunge de mala muerte (y qué muertes se pegaba cada finde!), pero de alguna forma la responsabilidad de ser madre tan joven le cambió la vida. Ahora es más feliz y tiene una bonita sonrisa andante de 18 años al lado. 

El jueves pasado, Clara durmió fuera. Su madre pensó que lo de irse a estudiar a casa de su amiga para el examen de latín del viernes sería la excusa más pésima que la joven podría haber encontrado. Ella también le hacía eso a su madre… 
La idea de que Clara y Marcos hubieran planeado una miniescapada romántica le encantaba. Estaba ya harta de aquellos otros dos novios que rápidamente se cansaron de ella. Con lo guapa que es… Ilusionada y con la mentira de su hija aún en mente, Jota se dispuso a entrar en aquel caos que su hija solía llamar ‘habitación’. Haciendo su cama, bajo la almohada, encontró un bolígrafo sin tapa que había manchado todo. Al lado, una bola de papel enfadado le hacía compañía. Sin pensarlo, la madre tapó el Pilot y abrió la hoja de papel. Tenía pinta de ser un diario, no tenía ni idea de su existencia! Cuando leyó las palabras de Clara, Jota se preocupó. A medida que iba leyendo, se adentraba en el miedo que su hija sentía frente a lo desconocido, al sexo. ¿Dónde habían quedado todas esas conversaciones sobre sexo? ¿Por qué su hija le había dado a entender que no era virgen? ¿Por qué contaba detalles si -seguramente- ni siquiera sabía de lo que hablaba? 


Aprovechando la ausencia de Clara, Jota googleó en su portátil ‘miedo al sexo’. Nada le convencía… Todo tenía que ver con violaciones, episodios traumáticos anteriores o educación sexual restringida. ¡Ninguna de esas tres tenía nada que ver con la historia de su hija! ¿Dónde debía acudir? ¿O mejor dicho.. a quién?

Rápidamente se le ocurrió un psicólogo que había ayudado a la hija de una de sus compañeras de trabajo con su pánico a ser evaluada… Consiguió el contacto y se puso en contacto con él.
Bastó una simple llamada a primera hora del viernes para concertar una cita a la semana siguiente. Evidentemente, a Clara no le podía contar nada… Hasta el momento.


18-11


Hoy Jota ha recogido a Clara a la salida del instituto. Se han ido a comer a un restaurante nuevo en la ciudad y tras poner nota al camarero y a unos cuantos platos, se han fumado juntas uno de esos cigarros que va con charla profunda incorporada. Han hablado del examen de latín, de las rebajas de enero que ambas ansían… y de Marcos, le ha contado lo que ocurrió hace unos días y su madre ha intentado darle el mejor de sus consejos: que viva y sea libre, que sea joven. Fuera de juzgarla antes de tiempo, es cierto que se ha callado todo lo que sabe. Han disfrutado de una conversación madre-hija y han vuelto al coche.

Clara no entiende por qué su madre anda perdida en un barrio alejado del suyo, más bien a las afueras y con bastantes oficinas. Anda empeñada en encontrar la calle Gustave Flaubert y el número 23… Cuando por fin dan con el portal, le pide que le acompañe, que será solo un momento. Suben al cuarto piso. ‘Marcelo Fedriani, psicólogo’. No entiende nada… Al entrar, una secretaria con un vestido quizá demasiado subido les recibe. Le estaban esperando. Clara se sienta en la sala de espera y mira a su madre como diciéndole ‘aquí te espero, no me muevo’. En ese momento sale Marcelo de su consulta, se presenta a la madre y la mira diciendo ‘Tú debes ser Clara…’.
Hace ya unos minutos que Marcelo no deja de preguntarle trivialidades. Que qué estudia, que qué quiere hacer de mayor, que si tiene novio… Ella no sabe de qué va el asunto pero sigue respondiendo sinceramente a todo. Entonces él, con tapujos, acaba hablándole del sexo. Clara entiende entonces por dónde va el asunto. No sabe cómo su madre ha descubierto su preocupación, pero tampoco le da vueltas. Él es un profesional y cobra por horas, así que no se anda con rodeos.

Le habla sobre Iván, sobre Carlos… pero se centra en Marcos. No tarda mucho en contarle al psicólogo la envidia que siente por esas chicas que saben disfrutar de su anatomía. Él la escucha y va tomando notas, haciendo preguntas. No está incómoda, quizá el hombre tenga algo especial y por eso se abre sin problemas. Aunque no sea siempre así… Juntos llegan a la conclusión de que Clara siente miedo a lo desconocido. Marcelo, por su parte, sabe perfectamente que la joven está enamorada de su novio, y por este motivo decide continuar. Es curioso que un hombre de unos 50 años esté incitándola a descubrir su cuerpo por ella misma, a explorar todos sus rincones. Clara se siente más aliviada ahora que ha contado su problema en voz alta. Finalmente, él le explica que su problema no es raro en absoluto. Le cuenta el mito de Dafne y Apolo, y en seguida ella pregunta ‘¿Crees que soy Dafne?’. El adulto ríe amablemente. ‘Tú no te vas a convertir en laurel, no te preocupes… En psicología lo llamamos ‘Complejo de Dafne’, pero en absoluto es incurable. De hecho, tú misma sabes y demuestras con tus palabras que tienes ganas de plantarle fin a este asunto. Así que… Iremos trabajando juntos y ya verás como te sientes mucho mejor.’
-¿Y qué piensas sobre Marcos? ¿Debería volver con él? ¿Y si después de llenarme la cama de pétalos de rosa y encender mil velas aromáticas me vuelve a dejar?
Marcelo sonríe y se limita a contestarle: ‘No te precipites, Clara…’.


Se han excedido quince minutos de la hora acordada, pero cuando Clara sale tranquila de la consulta y Marcelo llama a su madre para resumirle la jugada, se siente aliviada.

El ambiente en casa hoy ha sido raro… Clara no ha salido de su ‘habitación’ en toda la tarde. Jota, por su parte, ha estado pensando en las palabras de Marcelo. ‘Complejo de Dafne’… Bueno, al menos su hija no es la única que ha sentido miedo a las cuatro patas de una cama!



Marcos ha obedecido rápidamente el ‘llámame’ de Clara. Han estado hablando un buen rato, se han dicho que se echan de menos, que dejarlo quizá fue precipitado y que deberían darse una nueva oportunidad. Ella se ha armado de valor al hablarle directamente sobre el sexo. Le ha pedido que no le presione, él ha callado y otorgado. Los dos saben perfectamente que la química existe, el problema llega a la hora de la verdad, cuando ya a medio desvestir, ella le roza levemente los labios y busca alguna excusa para marcharse.
Es un tema que deberían solucionar, pero Marcos decide darle un margen de tiempo. Clara vale la pena… por muchos peces que haya en el mar, él ya ha encontrado su favorito.



25-11


Martes. Suena el despertador a las ocho menos cuarto. Clara se viste rápidamente para no llegar tarde al instituto, y es allí cuando, al abrir su agenda, encuentra un corazón entre interrogantes a modo de recordatorio. Hoy tiene cita con su psicólogo… A ver con qué nuevas preguntas le sorprende Marcelo esta tarde.

Jota ha llevado a su hija a la calle Gustave Flaubert. Sin dilaciones, Clara le ha preguntado cómo fue su primera vez mientras conducía. Recuerda habérsela contado años atrás, pero revive la historia y hasta se le escapa una sonrisa sólo de pensarlo. Le cuenta lo enamorada que estaba de aquel vecino suyo del pueblo, las miradas que se echaban desde lejos y el primer beso que se dieron muy cerca. Sutilmente, le explica como los besos fueron bajando centímetros hacia sus caderas. Lo que pensó ella cuando él levantó la mirada como pidiendo permiso. ¿Estaba preparada? ¿Qué suponía estarlo? En un momento, todas las dudas de Jota se disiparon… Aquel chico le gustaba de verdad, y ella se moría de ganas de sentirlo dentro. Y entonces pasó.
Jota aparca justo en el momento de la historia que más interesaba a su hija, que le amenaza con cambiarse de madre mientras baja del coche, preguntándose una y otra vez qué pasó aquel día. Qué sintió su madre. ¿Dolor? ¿Amor? Desde luego, fuera lo que fuera, debió ser un descubrimiento. Un descubrimiento que ella pronto experimentará. O eso espera…


Clara sólo ha tardado dos minutos en esquivar el tímido comenzamiento de Marcelo. Orgullosa de su progreso, le ha contado cómo el fin de semana pasado estuvo con Marcos en el mirador, volviendo a compartir lo que creían haber perdido. Se le ve feliz, con ganas de creer en ella misma… Tras varias ideas y conclusiones, el psicólogo consigue que el miedo se vaya despejando poco a poco en la mente de la chica. Sigue haciendo preguntas que demuestran el temor al momento clave y al momento posterior. Pero es normal… Incluso a él, que estuvo enamoradísimo de su primera novia, le costó entender cuándo era el momento exacto!

Esta vez la consulta finaliza antes de tiempo, por lo visto, hoy Clara parece tener las ideas mucho más claras. En el despacho de Marcelo no paraba de hablar de Marcos y de imaginar cómo podría ser esa primera vez mientras el psicólogo hablaba. Y ahora que está fuera, en la sala de espera, desbloquea su iPhone y al ver el mensaje de su novio, sonríe tímidamente. 

Jota y Marcelo han estado hablando, el profesional dice estar contento con Clara, es una paciente que asimila rápidamente los conceptos y tiene ganas de que la ayuden, que es difícil encontrarlos así… Pero ese es otro tema. Quizá haya sido precipitada la idea de la madre, pero Marcelo es un fiel creyente de los instintos y adoraba a su madre, que nunca se equivocaba en el amor…

Al llegar a casa, Clara se ha quedado dormida en el sofá con su madre al lado. Ella, ha aprovechado para reservar un fin de semana romántico en Barcelona. 2 noches, 2 personas, cama de matrimonio. No sabe si los jóvenes reaccionarán bien a su propuesta, así que, en caso de que su plan no salga bien, se irá con su marido, que hace tiempo que le echa de menos por las noches!


26-11


Hoy Marcos y Clara han comido en casa. Tras una buena pizza casera y fresas con nata, Jota, encendiendo su cigarro, les ha invitado a pasar el fin de semana en la ciudad condal. Todos los gastos pagados. Justo coincide con el día en el que Marwan hace un recital allí, y nunca ha estado en Barcelona, Clara no puede ni creérselo! Marcos ha perdido la cuenta de las veces que le ha dado las gracias, y tras prometer que conducirá prudentemente y que la llevará a ver al poeta ese del que tanto habla, se ha despedido de ellas y ha vuelto a casa.
A su padre le parecerá genial la idea, y a su madre… bueno, este mes no le toca con ella, ya se lo contará en diciembre.


Clara no ha tardado ni media hora en contar el plan a todas sus amigas. Se mueren de envidia. Ellas nunca han hecho una escapada tan romántica con sus novios! Pero esta vez le toca a ella. En todos los sentidos…

Jota, por su parte, aún no sabe cómo explicarle todo a su marido, que está trabajando. Cuando llegue a casa y después de mimarle un poco, le hará entrar en razón. Ya hubieran querido ellos irse juntos por ahí cuando eran jóvenes!
29-11


Desde que llegaron a Barcelona, Marcos y Clara están mejor que nunca. No se han soltado de la mano en toda la mañana, han recorrido juntos las Ramblas, han visitado la Sagrada Familia y piensan ir a la playa a comer a un restaurante exótico.

Marcos ni siquiera piensa en hacer el amor con Clara esta noche… Ayer en el recital de aquel poeta, mientras la veía a ella disfrutar de cada verso, entendió que debía esperarla cuanto hiciera falta.
En cambio Clara arde en deseos de probar ese algo nuevo. Se mezclan en ella la curiosidad de una niña y el hambre de una mujer. Está decidida… Se olvidará de todo y se dejará llevar. Anoche, al dormir con su novio, disfrutó muchísimo de todas las cosas bonitas que habían tras todos esos besos.

Cae la noche en BarcelonaElla recuerda el mar a mediodía, que parecía más revuelto que nunca, aunque al sol parecía importarle bien poco, brillaba en lo alto de un cielo despejado, sereno, tranquilo, seguro de sí mismo. Se sentía reflejada en ese paisaje. Pero ahora quiere brillar, ahora le toca ser el sol a ella. Y que la marejada furiosa sea muy distinta a la de las playas de Barcelona, que sea ella quien revuelve miles de sensaciones y se retuerce entre placer, amor, curiosidad y el miedo que quiere dejar atrás.

Marcos la contempla desde la cama. Está enamorado de cómo se mira ella al espejo, de cómo sonríe y pone caras porque sabe que él está ahí, contemplándola. Se siente mil veces más relajada, parece que el miedo que sentía ha desaparecido del todo. Ahora tiene ganas, necesita hacerle saber a su novio cuánto le desea. La joven empieza a sonreír de una forma algo más pícara, más mujer. Poco a poco se desviste mirándole fijamente. Sorprende a Marcos cuando saca de su sujetador el envoltorio de un condón y le pregunta: ‘¿Quieres?’.



2-12


Vuelve a ser martes. Clara despierta sonriendo en su cama, todavía recuerda Barcelona y todas las frases bonitas que le dijo Marcos después de dar el paso juntos. A la vez. La primera vez.

Hoy Clara necesita ir a ver a Marcelo y darle las gracias, por fin ha conseguido olvidarse de sus miedos! Pero Jota le manda un mensaje a mitad mañana diciéndole que esta semana el psicólogo está en Berlín haciendo un cursillo… que tendrán que pasar la cita a la semana que viene. En lugar de eso, la chica le dice a su madre que, de todas formas, la lleve un momento a la consulta. Se ha pasado las tres últimas horas de clase escribiendo una carta a Marcelo en la que le cuenta todo. Todo lo previo, quiero decir. A la hora de siempre, la secretaria del vestido demasiado subido hoy abre la puerta con un escote prominente. La mujer en seguida accede a dejar el sobre en el cajón de su jefe. Clara le da las gracias y se marcha. Esta vez es Marcos quien la espera en el portal. Le pregunta por el próximo viaje a Barcelona y bajan la calle juntos, más que nunca.


‘Querido Marcelo

Este fin de semana he estado con Marcos en Barcelona. Nunca me había gustado tanto una ciudad! Nos callejeamos todo el centro cogidos de la mano, comimos sentados en la plaza Catalunya y ni nos dimos cuenta del ritmo de las agujas del reloj. Estoy enamorada de él y sé que quiero vivirle plenamente. Y sé que él siente lo mismo, ojalá pudiera explicarte cómo me miraba!

Sí. Ocurrió. Y fue la experiencia más bonita que he vivido hasta ahora. Conseguí olvidar el miedo, tal y como me aconsejaste. Dejé la mente en blanco y me adentré en sus pupilas. Estábamos solos él y yo, todo fue perfecto. Ahora entiendo todas aquellas preguntas enrevesadas, el mito de Dafne que me contaste. He estado leyendo en internet sobre el problema que antes tenía y, por lo visto, hay mujeres que acarrean este complejo muchos años durante su vida. Parece mentira que solucionar mi caso haya sido tan sencillo como venir a hablar contigo un par de veces! No sé cómo agradecértelo.

Espero que Berlín sea preciosa y disfrutes esta semana,
me pasaré algún día a darte un abrazo y a presentarte a Marcos.

Un beso muy fuerte,
Clara.’



3-12


3 de diciembre.

Cómo han cambiado las cosas en poco menos de un mes… Marcos y yo hemos vuelto y ahora volamos más alto que nunca. Hace un par de días estuvimos en Barcelona, justo donde siempre habíamos querido ir juntos. Es una ciudad increíble… cómo me gustaría vivir allí!
El día 29 pasó, creo que no lo voy a olvidar en la vida! Marcos y yo lo hicimos. Conseguí vencerme a mi misma y dejar la mente en blanco. Era increíble cómo nuestros cuerpos suplicaban amor entre gemidos y mordidas de labios.

Basta de excusas, de impedimentos… Ahora sé lo que es y es lo que quiero. Y lo quiero con él. Con Marcos.

Todavía no sé como darle las gracias a mi madre y a Marcelo, el psicólogo que me ha ayudado estas últimas semanas. A ella, creo que le voy a invitar un fin de semana a Barcelona con mi padre, y que se vayan los dos juntos! Y que dejen la casa sola! ;) A Marcelo le he escrito una carta que le va a dar su secretaria… con quien, quizá, también debería pasarse por Barcelona… Quién sabe.

1 comentario:

Javi dijo...

Qué trabajazo Adriana. Me ha encantado la historia