Aunque Aldana tenía atributos como para atraer por sí
misma a todos los jóvenes que se presentaron a pedir su mano, su padre supo ver
por debajo de sus intenciones de matrimonio. Había uno entre tantos, Axel, que
estaba profundamente enamorado de Aldana, ésta le comunicó a su padre el amor
que ambos se profesaban. Pero tozudo como era, no se dejó convencer por los
sentimientos de su hija y propuso una prueba muy difícil para ver quién de
verdad estaba dispuesto a casarse con su hija más bella y querida: era propias
de Merseo las guindillas de Tenú; hasta su olor picaba en las fosas nasales,
solo un trocito de ésta era capaz de inducir al desmayo al más rudo hombre.
Axel, al enterarse de la noticia desesperó tratando de encontrar
una forma de superar la prueba y tras horas de quebraderos de cabeza decidió
que no había forma humana de conseguirlo, a punto estaba de ir a contárselo a
Aldana cuando su amigo del alma, Eleo, apareció para calmar su desdicha y
solucionar su problema.
A la mañana siguiente Axel y dos hombres más, seguramente
queriendo poner a prueba su virilidad, aguardaban a la salida de Aldana y de
sus padres. No se hicieron de esperar, a los pocos minutos de la salida del sol
la familia entera y dos sirvientes estaba fuera, por sorteo decidieron el orden
en el que probarían suerte, Axel fue el último.
Notaba como sus esperanzas aminoraban mientras tras
meterse la guindilla entera a la boca el primer hombre daba una sacudida y caía
al suelo. Tras un par de espasmos uno de los sirvientes lo sacó del punto de
mira, el siguiente en probar no tuvo mejor suerte y Aldana no sabía si
alegrarse de que solo quedara Axel o llorar porque no podría conseguirlo.
Axel dio un paso al frente, era su turno, las piernas y
las manos eran sacudidas por pequeños temblores, no era ningún misterio que
estaba nervioso pero confiaba en su amigo, cuando el padre de Aldana le tendió
su guindilla él sacó el ungüento que le había proporcionado Eleo y cogió un
pegote con la mano, no estaba muy seguro de qué era pero cerró los ojos y se
embadurnó la boca y tragó un poco para protegerse así la garganta y sin
pensarlo dos veces se metió la guindilla en la boca. Un ardor intenso se
extendió por su boca y por su garganta, pero no se sentía mareado. Por fin consiguió
tragar proclamándose vencedor.
El día de la boda, quien sabe si por emoción o por
descuido, Axel olvidó ofrecer un tributo a Mérida, la bruja de la ciudad y esta
llenó su lecho nupcial de su símbolo de muerte: Tarántulas.
Axel, muerto de miedo sabiendo el significado del arácnido,
volvió a recurrir a su eterno salvador. Nadie sabía cómo escapar de la muerte,
pero Eleo no era del todo normal, con ciertos recursos de su ascendencia
mágica logró que la muerte dejara estar a Axel con la condición de que alguien
entregara la vida por él. Nadie habló cuando dio la noticia, pero con valentía
y ese estúpido sentimiento que mueve el mundo, el amor, su esposa Aldana dio un
paso adelante y se sacrifico por él. Su esposo la vio marchar con tormentas en
los ojos y lamentó haber intentado esquivar a la muerte, pues así no tenía
sentido seguir viviendo.
Pero, siempre se ha dicho que cada maleficio tiene su contrahechizo
¿no? Eleo y otro amigo de su misma naturaleza consiguieron encontrar la forma
de revertir el maleficio y traer a Aldana de la muerte más bella que nunca y
quedó demostrado cuan fuerte podía llegar a ser el amor y a qué estaríamos dispuestos
a llegar por la persona a la que amamos.
2 comentarios:
Enhorabuena por la historia, Noelia. Tienes madera de escritora.
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