Todo comenzó en un viaje, en un viaje muy deseado que se convertiría en el antes y después de la vida de Yemima. Cuándo en las cataratas cruzó su mirada con Nicolás supo lo que es el deseo y que haría cualquier cosa por formar parte de su vida. Todo esto pasó en un segundo, 6 meses después escribía en su diario que había encontrado sentido a la vida en él, en Nicolás, aquel hombre que estaba sentado a su lado mientras esperaban en la puerta de embarque de un avión que los llevaba a la otra punto del mundo.
Sus expectativas iban cargadas de emoción, felicidad, esperanza... El problema era que esas expectativas estaban basadas en él, el típico hombre que enamora sin ser merecido.
Cuándo llegaron a su destino todo su mundo se derrumbó, Nicolás mostró su verdadera cara. De un día para otro desapareció, su móvil no existía, su ropa y sus cosas desaparecieron de la habitación, no dejó rastro, ni una sola nota o mensaje de despedida, absolutamente nada.
A Yemima ya no le quedaban fuerzas, sencillamente fue sin rumbo por la ciudad, sin saber cómo despertó en su habitación del hotel, desconcertada diambuló por la habitación, de pronto alguién tocó la puerta: ante ella apareció el prototipo de hombre normal, ni feo ni guapo, pero con un encanto que le hacía muy interesante, claro está ella no se fijó en eso, no tenía las emociones ni las ganas de fijarse en eso. Resultó ser su"salvador" pues la rescató de su infierno.
Su nombre era Lucas y por circunstancias de la vida se convirtió en el hombre de sus sueños y de su realidad, pues ambos supieron crear un amor sano, sin dependencias, un amor duradero.
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