Helena de Troya: Poema
Imperios sucumbieron ante aquella mirada azul
hembra telúrica desbarata la masculina calma
increíble belleza que hace babear a Goethe
rizos blondos se agitan sinuosos
y encienden ígnea antorcha.
Desde la inverosímil cintura estrecha
hasta el milagro del opulento caderaje
emerge patético terremoto que aniquila flotas enteras
y desvía el vuelo de las saetas
Penélope se queda verde en la envidia.
Las ruedas del estrambótico caballo
siguieron las huellas impresas por la sutil sandalia
rastro lúcido que señala la galería de sus encantos
cuadros fragantes siempre expuestos a la vista;
sólo la noche puede dictar cátedra segura
sobre la voluptuosidad de aquella reina
vendaval desaforado desquiciando compuertas
umbral abierto a la caballería desbocada.
Por ella centellaron las espadas
por ella muere Héctor y el invencible Aquiles
por ella queda escindido el compacto frente,
otrora alcázar inexpugnable.
1 comentario:
He leído Goethe y se me ha puesto la piel de gallina. Su libro ''Werther'' me causó serios daños cerebralesssssssssssssssss...
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