martes, marzo 06, 2007

Hasta donde llega la necesidad de belleza



"Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas; el consumismo es la forma actual del "summum bonum". Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y , por tanto, no feliz. La felicidad consiste en el desprendimiento"

Esta frase sería aplicable tanto antiguamente como ahora. Las mujeres en Grecia usaban todo tipo de ungüentos, cremas y demás para mantenerse bellas y blancas de piel para sus maridos, muchos de estos utensilios resultaban tener componentes que hoy en día a nadie se le ocurriría usar como guano u orina, había perfumes líquidos, pomadas, talcos y perfumes para quemar (más o menos como el incienso, su olor perdura en la ropa), todos estos productos producían un auténtico agujero en la economía familiar pero, si bien, las mujeres estaban sometidas a una gran presión social.

Ahora mismo somos libres en cierto modo de llevar maquillaje o no, pero en la antigüedad la mujeres no tenían derecho al divorcio, tu marido podía divorciarse de tí o repudiarte si dejaba de encontrarte atractiva (cosa que la desprestigiaba mucho), ahora mismo parece que ya no hay tanto desprestigio en cosas que desprestigiaban totalmente a una mujer antes (como no casarte).

Por todas estas razones de presión social en la antigüedad se gastaba muchísimo dinero en el comercio de especias, aceites e inciensos. No obstante, la mayoría de mujeres estaban resignadas a ello o felices.

Un ejemplo de mujer contenta y orgullosa de su estatus es Calonice, amiga de Lisístrata (obra que veremos en Sagunto ;)), porque no tiene necesidad de trabajar y su única condición es dejar que su marido haga cuanto desee con ella manteniéndose hermosa para él.



En mi opinión, prefiero una mujer libre, a otra esclava de su propia vanidad y la búsqueda de la belleza.

1 comentario:

Esther dijo...

Creo que te has dejado varios puntos por tocar. Te digo lo mismo que a Noe, has puesto el principio y el final.