
"Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas; el consumismo es la forma actual del "summum bonum". Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y , por tanto, no feliz. La felicidad consiste en el desprendimiento"
Esta frase sería aplicable tanto antiguamente como ahora. Las mujeres en Grecia usaban todo tipo de ungüentos, cremas y demás para mantenerse bellas y blancas de piel para sus maridos, muchos de estos utensilios resultaban tener componentes que hoy en día a nadie se le ocurriría usar como guano u orina, había perfumes líquidos, pomadas, talcos y perfumes para quemar (más o menos como el incienso, su olor perdura en la ropa), todos estos productos producían un auténtico agujero en la economía familiar pero, si bien, las mujeres estaban sometidas a una gran presión social.
Ahora mismo somos libres en cierto modo de llevar maquillaje o no, pero en la antigüedad la mujeres no tenían derecho al divorcio, tu marido podía divorciarse de tí o repudiarte si dejaba de encontrarte atractiva (cosa que la desprestigiaba mucho), ahora mismo parece que ya no hay tanto desprestigio en cosas que desprestigiaban totalmente a una mujer antes (como no casarte).
Por todas estas razones de presión social en la antigüedad se gastaba muchísimo dinero en el comercio de especias, aceites e inciensos. No obstante, la mayoría de mujeres estaban resignadas a ello o felices.
Un ejemplo de mujer contenta y orgullosa de su estatus es Calonice, amiga de Lisístrata (obra que veremos en Sagunto ;)), porque no tiene necesidad de trabajar y su única condición es dejar que su marido haga cuanto desee con ella manteniéndose hermosa para él.

En mi opinión, prefiero una mujer libre, a otra esclava de su propia vanidad y la búsqueda de la belleza.
1 comentario:
Creo que te has dejado varios puntos por tocar. Te digo lo mismo que a Noe, has puesto el principio y el final.
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