LA LARGA ESPERA
Bienvenidos, mis señores, en este día tan frío. Este viejo trovador os pretende contar una historia, una historia de amor, una historia triste, una historia quizás real....o quizás no. Quién sabe, pero se cuenta de pueblo en pueblo, de boca en boca, de alma en alma…
No hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí, había una dama, una hermosa dama. Su nombre era Isabel. Era una doncella alegre, tranquila, pues como no, tenía a su amor con ella. Su amor, su caballero andante, de nombre Armand. Armand e Isabel eran felices. Pese a su juventud y un matrimonio no aclarado por ellos, se querían. Por una vez, el amor había triunfado.
El joven Armand era valiente, inteligente, encantador... Además era un caballero, un inquisidor, no bien, aunque su rango no era alto, se dejaba la vida en ello. En tiempos de paz, el caballero Armand e Isabel, transcurrían su vida en un pequeño pueblo de las montañas.
Un día , el joven Armand fue llamado por su deber, ordenado a combatir en filas inquisitoriales.
La misma noche que lo supo llevo a Isabel a un lago cercano y allí a la luz de la luna le dijo:
>>Mi bella doncella, mi corazón sufre , pues he de alejarme de ti. Mi vocación y mi Dios, me reclaman.
No me gusta la idea de abandonarte. Bajo esta bella luna , te digo, mi amor, que pase lo que pase nunca me olvidaré de ti. Marcho a una guerra duradera. Si tardase en llegar, no tengas problemas en rehacer tu vida, pues puede que jamás regrese con vida. Oh, bella dama, no se olvide nunca de este caballero<<
Tras estas palabras recogió su caballo, y se marchó.
Isabel, a las orillas del lago, lloraba...Su amor, se había marchado y no sabía cuando lo volvería a ver.
Nunca sabría de la existencia de su hijo. Si, su hijo, pues Armand se había marchado el mismo día que Isabel se lo fue a contar...
Armand, el valiente Armand, la había dejado. Isabel lloraba día y noche.
Pasaros los días, los meses,… Isabel seguía sola, esperando el regreso de su amado anhelando, su compañía, anhelando su amor. Pasaba las noches tejiendo. Tejía y tejía sin razón alguna. La gente dice que mientras tejía entonaba una bella canción, una nana.
Al cabo del tiempo, al pueblo donde vivía, llegaron varios caballeros extranjeros. Isabel ilusionada corrió en busca de su Armand querido. Pero allí no se encontraba. Los caballeros que habían llegado eran de muy lejos... En sus escudos portaban un dragón negro.
Isabel enloquecía, anhelaba a su amante, se sentía sola, desesperanzada. No pues, aun que la esperanza solo ardía como una chispa en su corazón, rechazo ofertas de otros caballeros, oponiéndose a la opinión de su padre, de su madre y de su propia razón.
Años y años, su alma aguanta melancólica, su cuerpo marchitaba poco a poco, su hijo, su hijo crecía sin un padre... Hasta que un día, pese al olvido de todos, Armand apareció. Caminaba a la orilla del lago, tarareaba algo...Nadie lo reconoció, nadie exceptuando un joven, que reconoció la canción que tarareaba. Esa canción se la cantaba su madre. Corriendo fue a contárselo a Isabel que, con lágrimas en los ojos, corrió es su busca. Allí, en el lago, se abrazaron, bajo la luna que 20 años atrás había sido testigo de su despedida, bajo la luna que ahora testificaba su amor, el amor que había vivido 20 años, la espera de Isabel. Su dura espera la de encontrar a alguien perdido, como Penélope a Ulises.
Isabel Ortiz Martinez
Benicassim 2oo6
Espero que os guste ;)
4 comentarios:
Una Odisea medieval, centrada en Penélope. Es interesante comprobar como la misma historia puede repetirse en distintos escenarios y épocas. Será porque el ser humano no cambia y los mitos griegos nos hablan de arquetipos eternos.
Muy bien, Isabel.
Wiii que ilusión, yo que pensaba que estaría mal o algo...
Que imaginación... está muy bien, es sincero, me gusta ^^.
Diosss q bonito!!!!
La verdad es que ha sido emocionante la historia. Espero que hagas muchas mas. un saludo desde ELche.
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