domingo, marzo 01, 2015

LOUIS DAVID.


Nació en París el año 1748, y completó su formación en Roma, donde influyó en este pintor francés fuertemente las obras clasicistas de la Antigüedad, sumergiéndole además en el clima artístico de la época, el neoclasicismo. Y precisamente, él mismo fue uno de los abanderados de este estilo.
 Para David, el neoclasicismo fue el vehículo para oponerse a la frivolidad del rococó y superarla, y también para exaltar a través de la pintura unos ideales éticos, como la honestidad o el triunfo del sentido del deber, y ello hasta tal punto que en su obra el regreso a los ideales del clasicismo está al servicio de finalidades éticas, lo que resulta evidente en la mayoría de los temas elegidos.
1. Andrómaca velando a Héctor.
La historia que narra una vez más se remite a la antigüedad clásica, concretamente a la Ilíada, libro del que extrajo abundantes motivos para sus cuadros: recordemos el Funeral de Patroclo, pues esta pintura podría considerarse la segunda parte de aquella. Patroclo era el mejor amigo de Aquiles, héroe griego que dirigía el asedio a Troya. Héctor era el hijo de Príamo, el rey de Troya. Había defendido la ciudad durante más de diez años. Su mujer Andrómaca era el modelo de madre amantísima y esposa fiel. Héctor mató a Patroclo, Aquiles mató a Héctor y humilló el cadáver de su enemigo en el funeral. Sin embargo, Andrómaca consiguió que el griego le devolviera el cuerpo de su esposo para honrarlo a su vez. Aquí podemos ver la escena.
2. Leónidas en las Termópilas. 
En este cuadro apreciamos la importancia que se le da al desnudo y al mostrar el cuerpo musculado masculino. Además, también observamos una relación como en muchas de sus obras con la época en la que vive, llena de conflictos bélicos.
3. Venus y Marte.
En su exilio belga David pintó su última obra: Marte desarmado por Venus y las Gracias. El maestro francés nos presenta una muestra del Olimpo siguiendo su estilo griego, aunque se aprecian signos evidentes del estilo pompier contra el que David había luchado, presentando un sofisticado carácter que enlaza con las obras que estaban realizando en aquellos momentos algunos de sus discípulos. Los especialistas consideran este último trabajo como una muestra más del deseo del artista por mantener la paz en Europa, empleando una temática mitológica relacionada con el desarme del dios de la Guerra por el Amor y la Belleza, rechazando así el periodo de violencia que había caracterizado los primeros años del siglo XIX. 
4. Psique y Cupido.
s su apoyo incondicional a Napoleón. En la capital belga toma contacto con otros exiliados, a pesar de ser sometidos a estrecha vigilancia. El anciano pintor se dedicó a los retratos y a la pintura de historia, obras que en realidad tratan asuntos mitológicos. Una de ellas es Psique y Cupido, escena en la que se pone de manifiesto su admiración por lo griego, aunque el maestro francés hace un homenaje a Caravaggio, su maestro oculto. 
David nos presenta al joven Cupido dirigiendo su mirada hacia el espectador, cubriendo su sexo con una tela roja mientras que a su lado yace Psique desnuda, sin poder contemplar a su amor ante la amenaza de éste de abandonarla si lo hacía.
5. París y Helena.
6. Rapto de las sabinas.
7. Patroclo, del cual ya hemos hablado y nos recuerda a las típicas Venus, y nos muestra la anatomía del desnudo masculino una vez más. 



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