miércoles, febrero 17, 2010

Orfeo - Ánima sola


Relatan la trágica historia de un hombre
que a su amada perdió.
El destino en forma de muerte los separó.
En su desesperación la quiso seguir,
más allá de la muerte.
Anheló su recuerdo y en su tristeza cantó.

Los ríos se detuvieron,
las piedras de pena lloraron,
y la tierra en que moraba se estremeció.

Compuso en su intenso dolor
melodías que, como lamentos,
estremecieron el corazón
de todo aquel ser que las escuchó.
Y rogando por recuperarla,
una oportunidad se le dio.

Acallando almas y peligros con melancólicas
notas de amor el tártaro atravesó.
El propio dios conmovido le concedió
su petición con una condición.

Deberás ir primero, a tu amada no podrás mirar
hasta traspasar de mi reino el umbral.

Acallando almas y peligros con melancólicas
notas de amor el tártaro atravesó.
El propio dios conmovido le concedió
su petición con una condición.

Deberás ir primero, a tu amada no podrás mirar
hasta traspasar de mi reino el umbral.

De nuevo su corazón latía, pues su
amada volvería, y juntos marcharon
por la oscura senda.
Pero al final de su camino,
su confianza flaqueó,
su corazón dudó.

Ante sus ojos se desvaneció.
No hubo palabras de amor,
sólo un adiós de sus
labios brotó.
Sin pasión ni dolor,
sólo un último y triste adiós, suspiró



En la canción que os presento se ve claramente reflejado el tópico del amor eterno que también está presente en el mito de Orfeo y Eurídice.
El mito cuenta que
en las orillas del río Estrimón Orfeo se lamentaba amargamente por la pérdida de Eurídice. Lamentándose, Orfeo tocó canciones tan tristes, que todas las ninfas y dioses lloraron y le aconsejaron que descendiera al inframundo. Camino de las profundidades del inframundo, tuvo que sortear muchos peligros, para los cuales usó su música, ablandó el corazón de los demonios, e hizo llorar a los tormentos. Llegado el momento, con su música ablandó también el corazón de Hades y Perséfone, los cuales permitieron a Eurídice retornar con él a la tierra pero sólo bajo la condición de que debía caminar delante de ella, y que no debía mirar hacia atrás hasta que ambos hubieran alcanzado el mundo superior y los rayos de sol bañasen a Eurídice. A pesar de sus ansias, Orfeo no volvió la cabeza en todo el trayecto. Llegaron finalmente a la superficie y, por la desesperación, Orfeo volvió la cabeza para verla; pero ella todavía no había sido completamente bañada por el sol, todavía tenía un pie en el camino al inframundo: Eurídice se desvaneció en el aire para siempre.
La canción cuenta el hecho de que Orfeo mirara hacía atrás justo antes de salir del inframundo tras haberse aguantado todo el trayecto sin mirar hacia atrás. También se ve el tópico del amor eterno que incluso baja al infierno a por ella para que vuelva a la Tierra.


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